DANIEL BELTRÁN ROHR
EN MADRID | EL PAÍS EN ESPAÑA
El museo del Prado presenta la muestra "El último Rafael", una de las más significativas que haya conocido España de la obra del gran pintor renacentista italiano.
Coorganizada por el Prado y el Louvre (que la acogerá entre octubre y enero próximos), la exposición, patrocinada por la Fundación AXA, es una de las más importantes dedicadas al artista y su taller, y la primera centrada en sus años finales, etapa de su producción que le convirtió en el pintor más influyente del arte occidental. Será inaugurada el próximo lunes 11 de junio por la reina Sofía acompañada por el presidente de la Cámara de Diputados italiana Gianfranco Fini, el presidente del Congreso español, Jesús Posada, y el ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert.
Compuesta por setenta y cuatro obras en total, cuarenta y cuatro pinturas, veintiocho dibujos, una pieza arqueológica y un tapiz, procedentes de cerca de cuarenta instituciones distintas, de las cuales la mayoría no se han expuesto nunca antes en España, la exposición traza un recorrido cronológico por la actividad del maestro, desde el inicio del pontificado de León X (1513) hasta su muerte en 1520, y de la de sus principales discípulos, Giulio Romano y Gianfranco Penni, hasta finales de 1524.
Es hasta ahora la primera gran muestra monográfica de Rafael (Rafaello Sanzio, 1483-1520) que combina pinturas y dibujos, centrándose en los últimos siete años de su corta vida (murió en Roma el día que cumplía treinta y siete años), el período de su carrera que alcanzaría mayor impacto en el arte europeo posterior.
Sin embargo, sus últimas pinturas no han sido bien comprendidas, en parte porque presentan problemas de cronología, en parte porque su diversidad desconcierta, y en parte también porque no trabajaba solo.
Las tres últimas exposiciones sobre Rafael, celebradas en Londres, Roma y Urbino, se centraron en su juventud, y el único intento que se había hecho para repasar su última época ha sido a través de la muestra celebrada en Mantua y Viena en 1999, pero se trataba fundamentalmente de dibujos.
Delimitar mejor las fronteras entre las obras ejecutadas por Rafael y las realizadas con la participación de sus principales ayudantes, Giulio Romano (1499-1546) y Gianfracesco Penni (1496-1528) es a lo que aspira esta exposición que arranca en 1513, cuando Rafael ya llevaba trabajando en Roma cinco años decorando las monumentales estancias vaticanas en paralelo a otros importantes artistas italianos, como Miguel Ángel (su principal rival trabajaba entonces en la Capilla Sixtina) y Sebastián del Piombo, primero bajo el pontificado del Papa Julio II y después del Papa León X.
Con el cambio de pontificado, Rafael asume un nivel mayor de encargos tanto del Papa como de sus benefactores, y empieza entonces a rodearse de ayudantes. Su taller fue posiblemente el mayor de los formados hasta entonces bajo el magisterio de un único gran maestro de la pintura, llegando a contar con cincuenta pupilos y ayudantes.
La exposición enfrenta al espectador con el resultado de la eficiencia de ese taller, liderado por la gran versatilidad de Rafael, quien, además de pintor de pinturas de caballete (el objeto de la muestra), fue pintor de frescos en las estancias vaticanas o Villa Farnesina, diseñador de cartones para tapices para la Capilla Sixtina y arquitecto (continuó la construcción de San Pedro a la muerte de Bramante). La presente muestra constituye un real acontecimiento cultural.
El País Digital
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