HORACIO A. ROSETE BRIGNOLE
Dr. Horacio A. Rosete Brignole
jueves, 4 de noviembre de 2010
El diseño gráfico de un artista plástico de enorme sensibilidad
Esta tarde a las 19 horas en el Museo Nacional de Artes Visuales (Parque Rodó) se inaugura una exposición de diseño gráfico de Antonio Pezzino, que permanecerá habilitada hasta el 5 de diciembre inclusive, de martes a domingos.
Nacido en 1921 en la provincia argentina de Córdoba, Pezzino fue sin embargo un artista uruguayo. Es cierto que había estudiado en la Academia de Bellas Artes cordobesa y luego en Buenos Aires, pero se radicó en 1945 en Montevideo, ciudad en la que viviría el resto de su vida, formaría una familia y frecuentaría los varios terrenos de su expresión en materia de lenguajes visuales.
Desde el comienzo de su radicación montevideana se vinculó con el Taller Torres García, en el que iba a permanecer durante los doce años siguientes y cuyas coordenadas de lenguaje marcarían su obra personal. Junto al Taller expuso en numerosas muestras colectivas. A los 21 años había efectuado un viaje de conocimiento e intercambio a Bolivia, que lo impresionó poderosamente. En 1954 se trasladaría a Europa, donde visitó Italia, Francia y España, emprendiendo trabajos en cerámica que se divulgarían posteriormente en el Uruguay. En las décadas siguientes llevó a cabo varias exposiciones individuales que afianzaron la difusión y el reconocimiento en torno a su labor pictórica.
Pero Pezzino fue además un notorio diseñador gráfico, campo en el que frecuentó las carátulas de libros y discos, los afiches teatrales, ilustró durante varios años los programas de mano de Cine Club, se relacionó con la prestigiosa Imprenta As y se desempeñó como diagramador principal del diario El País, cuya primera plana llevó el sello de su sensibilidad en etapas donde comenzaba a generalizarse el uso del color en la prensa. Haber observado de cerca el trabajo de Pezzino en el diario, permitió apreciar no sólo el rigor y las finezas que volcaba en su oficio, sino además apreciar la calidad personal del artista, un hombre dotado de extraordinaria cordialidad cuya presencia en la Redacción fue durante largos años una compañía bienvenida por todos.
Al margen de esas actividades, Pezzino se dedicó asimismo a la enseñanza de dibujo y pintura, área en la cual contó con una abundante corriente de alumnos.
Como pintor, dejó constancias de lo que fue calificado como "la expresión de un lirismo que se abre paso aún en las obras más fielmente ceñidas a la preceptiva del taller". Empleaba el cromatismo con efectos a menudo radiantes y trazaba unos diagramas de gracia y dinamismo muy singulares, moviéndose en el territorio figurativo pero asimismo en ciertas vertientes de abstracción en las que operó con similar dominio de lenguaje.
Lo que desde esta tarde se exhibe en el Museo Nacional de Artes Visuales, empero, es su obra gráfica, otro renglón en el cual Pezzino ha dejado su huella y que corresponde observar para que la memoria de ese artista tan prolífico no se aleje ni se borre.
El País Digital
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