Carmelo de Arzadun fue un batllista militante, aunque evidentemente su pasión fuera la plástica, no la política.
Conoce a Batlle y éste le compra el primer cuadro.
Pero hace tiempo que se mueve ya en un entorno colorado donde prima la influencia de Justino Zavala Muniz.
Como artista tuvo una vida larga y copiosa obra.
Fue un trabajador insigne e imprimió en su producción el sello permanente de una personalidad individual, capaz de recibir influencias pero siempre asimiladas a la persistencia de una actitud, según expresiones del ex mandatario Julio María Sanguinetti.
Lo interesante de Arzadun es que es el único que cabalgó sobre las dos grandes escuelas que bifurcaron nuestra pintura, la referida planista y la constructivista de Torres – García.
Carmelo de Arzadun nace el 16 de julio a las 9 de la noche en Mataojo Grande, localidad de la sexta sección del departamento de Salto.
Luego de estudiar los primeros años en forma particular con su madre, que fue maestra vareliana, ingresó a la Escuela 109 de Paso de los Toros.
Su familia se traladó posteriormente a la Colonia Agrícola de Río Negro en Tacuarembó, departamento donde su padre había regenteado antes el Hotel oriental en Paso de los Toros.
Intereses de Santiago de Arzadun en Salto hacen regresar a la familia a este departamento. Carmelo es inscripto en el Instituto Osimani Llerena.
Su primer contacto en pintura la tiene con el Prof. Manuel Estevez dos Santos.
Los Arzadun - Otonello se radican en España.
Carmelo entra en la Escuela de Artes y Oficios y de Capataces de Bilbao donde estudia durante tres cursos dibujo y pintura bajo la dirección del pintor Antonino Aramburu, logrando distinciones los tres años.
En 1909 vuelve a Montevideo al enterarse de la Ley de Becas creada en julio de 1907.
Pierde en el primer concurso, pero por la muerte de Domingo Sturla, ese mismo año gana compitiendo contra Domingo Bazurro, José Cúneo, Enrique Guiria, Francisco Bauzer y Nicolás Granada.
En ratificación de fallo del jurado el Poder Ejecutivo resuelve el 28 de enero la adjudicación de la beca a Carmelo de Arzadun.
Antes de su regreso de París, Arzadun y sus amigos recalan varios meses en Vizcaya.
El 5 de marzo ingresa como docente de las asignaturas de Dibujo y Dibujo Aplicado en la Escuela No. 3 de Industrias Femeninas.
En abril de 1925 se casa con Micaela Aramberri Olaso y viaja a Europa de luna de miel.
Más adelante la Unión Cultural Universal le otorga el título de miembro perpetuo de dicha institución, en Alcázar de Sevilla, oportunidad en que se produce un acercamiento con Joaquín Torres García.
En 1943 es designado Director del Museo Municipal de Bellas Artes y es elegido como edil del Consejo Departamental de Montevideo.
Desempeña el cargo entre el 15 de febrero y el 23 de diciembre. Luego presenta renuncia.
En 1953 se jubila de sus labores docentes y de su cargo en el Museo Municipal "Juan Manuel Blanes".
Muere en Montevideo el 16 de octubre después de haber sufrido una hemiplejia.
EL ARTISTA
París aparece como tema central de la pintura de Arzadun a partir de su primera experiencia europea, como lo demuestra la documentación de sus catálogos.
Es su primera fascinación visual, aunque al principio lo mezcle con otros paisajes europeos y aunque al final, cobre para él una inusitada fuerza el paisaje uruguayo.
París se adhiere a sus retinas y a su corazón. Aunque en él, con ese eclectisismo que es uno de los rasgos más notorios, nunca haya factores del todo determinantes. Siempre son una mezcla.
Cuando regresa a Paris, casado, señor formal y con prestigio creciente en su país, maneja cuatro razones; sacarse las ganas propias de recorrer esa ciudad que lleva en sus entrañas, compartir esa alegría y oficiar de vaso comunicante y a la vez de cicerone con su mujer Micaela, tomar nota debida de la Exposición Internacional de Arte Decorativo que es el gran imán europeo en ese momento y exponer en el "Salón de Otoño".
Los hijos, el trabajo, los premios no impidieron que Carmelo se olvidara de París con el correr de los años.
En pleno planismo y luego en las tentativas del constructivismo, no dejará de retomar a la mencionada ciudad como pretexto, siempre dentro de un enfoque posimpresionista que lo destaca entre otros.
No es técnicamente un impresionista de manchas, ni lo atrae la temática bohemia, ni las coqueterías de la burguesía cuando sale a gozar del aire libre con algo de "lut" y algo de mundano.
Como a Pierre Bonnard, con quien tiene algunos puntos de contacto "le atraen los espectáculos de la calle y de la vida.
Y como Bonnard aborda luego la forma sin parcializarla.
Y más de una vez repetirá, concediéndole la razón a Eduardo Breñaza que decía "porque siempre fue Arzadun un pintor que detuvo su observación para otorgar al color la más importante realidad de su contenido".
No hay otro uruguayo que haya pintado a París tanto como Arzadun, aunque haya sido una ciudad irresistible para muchos de ellos, desde Castellanos y Baitler, hasta Horacio Torres.
Es un francófilo y un francófono se sabe, y más que ocultarlo lo vive de una forma tan visible que es como si llevara una escarapela cosida a la solapa.
En ningún momento pierde contacto con los amigos que hizo en París.
Viviani mantiene con el una correspondencia permanente.
A Carmelo, que además es muy cuidadoso de las formas y tiene un sentido casi espartano de lo que deben ser las relaciones sociales.
La noticia escrita parece conmoverlo más que el dato oral.
Parece un escritor, más que un pintor. Por algo muchos dicen que él ha sido uno de los grandes poetas uruguayos.
Fuente: Diario El Pueblo digital.-
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