HORACIO A. ROSETE BRIGNOLE
Dr. Horacio A. Rosete Brignole
viernes, 21 de mayo de 2010
El Art déco en Montevideo
JUAN PEDRO Margenat (nacido en Montevideo, 1940) se graduó en 1975. Entre 1975-85 enseñó diseño en Venezuela, y luego de su regreso a Uruguay fue docente y Profesor grado 4 en la Facultad de Arquitectura. Ha publicado Arquitectura Art Déco en Montevideo (1925-1950) (1994), Barcos de ladrillo. Arquitectura de referentes náuticos en Uruguay 1930-1950 (2001) y Tiempos modernos. Arquitectura uruguaya afín a las vanguardias 1925-1940 (2009).
-¿Como se desarrolló tu formación académica?
-Me formé en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República. Estuve en distintos talleres, y en lo que respecta a la disciplina de Historia y Teoría de la Arquitectura en ese momento era profesor Leopoldo Carlos Artucio, un docente brillante que daba esas asignaturas para primer año. Tenía un don de captar a la gente, de presentar muy atractivamente los temas, y era sólido en sus conocimientos. Después, en Venezuela, tuve oportunidad de conocer en la Universidad Central otros docentes cuyos conocimientos me sirvieron mucho para remover la cabeza. Más allá de que el propio exilio, al ver realidades distintas, le mueve a uno la cabeza.
-En Venezuela fuiste docente de diseño. ¿Tu interés por la arquitectura de los años 20 y 30 derivó de allí?
-Sí. Los temas de los tres libros que publiqué, el primero particularmente, tienen su origen en mi estadía en Venezuela. Daba clases de Historia del mobiliario en un instituto privado, y parte de eso fue estudiar el mobiliario Art Déco, lo que para mí era un tema nuevo. Después comencé a pensar en obras que recordaba que existían en Montevideo. Así nació el libro Arquitectura Art Déco en Montevideo, y del estudio del tema surgieron las raíces de los otros dos libros: Barcos de ladrillo y Tiempos modernos.
-¿Cómo describirías los derroteros que tomó el Art Déco para llegar e influir en Uruguay?
-Las vías de llegada fueron múltiples: revistas de arquitectura; visitas de uruguayos a Europa, en particular a la Exposición Internacional de Artes Decorativas realizada en 1925 en París; y revistas y artes gráficas en general, vinculadas a lo que después se denominó Art Déco. También influyó la decoración de algunos barcos que llegaban a Montevideo, el "Atlantique" entre otros, ya que la gente iba a visitarlos. Así como objetos decorativos que llegaron a nuestro país, tanto del Art Déco como del Art Nouveau, traídos de Europa por los sectores más pudientes y cultos de nuestra sociedad: cristales de René Lalique, piezas criselefantinas de Demetre Chiparus, Ferdinand Preiss y otros autores, etc. Todo eso permitió conocer el Art Déco.
-¿El Art Déco, fue aceptado inmediatamente en Uruguay?
-No. En los años durante los que yo me formé, el Art Déco ni siquiera existía como nombre, pero en general a todo lo que no fuera moderno se le hacía la cruz. Diría que éramos muy dogmáticos. Yo me di cuenta a tiempo de que era hora de correr las cortinas, y salir de esa visión tan dogmática que impulsaba el movimiento moderno. Era comprensible en los primeros tiempos del movimiento, en la medida en que era una confrontación que había que darla de una manera muy batalladora, muy fuerte. Le Corbusier es un típico caso de eso: un gran propagandista y agitador. El Art Déco con el tiempo comenzó a ser visto de otra manera. Un caso similar al del arquitecto Ramiro Bascans, que ya a fines de los 60, quizás antes, reivindicaba la arquitectura de Bello & Reboratti, una arquitectura duramente criticada por el movimiento moderno, y a la que con el tiempo se le empezó a descubrir otras cosas. Con el Art Déco pasó algo similar.
-Luego de describir las características de las corrientes internacionales, planteás que en Uruguay hubo un "amortiguamiento" de sus características.
-Era una sociedad en la que funcionaba cierto amortiguamiento. Los arquitectos de las generaciones contemporáneas de la arquitectura moderna eran tipos muy cultos, muy informados de lo que ocurría en Europa. Aunque una cosa es que estuvieran informados, y otra que se volcaran a realizar las expresiones más radicales. Cuando Le Corbusier estuvo en Montevideo en 1929 una buena parte de ellos conocía su obra, pero pocos lo seguían a ultranza. Sí seguían los lineamientos generales. Eso también se ha manifestado en otros órdenes de la cultura, pero no quita que años después florecieran todas esas corrientes, y que comenzaran a aparecer obras "lecorbuserianas". De la misma manera que en el área de las artes plásticas, empezaron a aparecer obras de arquitectura más vinculadas a las vanguardias contemporáneas. En el período que yo estudié, el ejemplo más nítido de arquitecto cercano a Le Corbusier fue Carlos Gómez Gavazzo, quien gracias a un premio de la Facultad de Arquitectura trabajó en 1932 en el estudio de Le Corbusier. Pero ya siendo estudiante había realizado la Casa Souto (1928) en Bulevar Artigas y García de Zúñiga, una casa maravillosa en la cual hay puntos importantes de contacto con la obra de Le Corbusier. Tiene formas muy geométricas, una atención importante a la función, lo que también se refleja en otras obras de Gómez Gavazzo, como la Casa Mendoza (1938) en la calle Aconcagua en Malvín, que todavía existe pero totalmente desfigurada. Otra obra afín a la arquitectura de Le Corbusier son dos casas para Gerentes (1937) en la planta de ANCAP en la La Teja, construidas sobre pilotes por Roque García Blixen, donde originalmente vivían los gerentes de la refinería, aunque bastante alteradas en la actualidad.
-¿Cuáles son las diferencias entra la arquitectura Art Déco y la arquitectura náutica?
-En nuestro país mucha gente ha opinado sobre el Art Déco sin la suficiente formación. Se han publicado trabajos en que se nombra como Art Déco cosas que no lo son. En primer lugar, las fronteras entre el Art Déco y el náutico pueden ser muy variables, muy permeables. Por ejemplo el edificio El Mástil (1935) en Avenida Brasil y Benito Blanco, realizado por Gonzalo Vázquez Barriere, lo incluí tanto en el libro sobre Art Déco como en el de arquitectura náutica. La característica más importante que define al Art Déco es la presencia de elementos decorativos en las superficies. Puede haber una carga mayor o menor, pero no confundamos las cosas: el Yacht Club (1935) en el Puerto del Buceo, de Luis Crespi y Jorge Herrán, no tiene ningún elemento decorativo superpuesto. El Planeta Palace Hotel (1939) de Atlántida, de Natalio Michelizzi, no tiene ningún elemento decorativo. Entonces es un grueso error considerarlos Art Déco. Son náuticos. Las construcciones náuticas configuran un campo propio, la cantidad y calidad de las obras justifican abordarlo como un tema único, como un tema en sí mismo. De ahí que yo hago esa diferenciación.
-En su libro Tiempos modernos el área estudiada es más amplia que la presencia del Art Déco en Uruguay. ¿Qué podés destacar de la influencia de otras tendencias modernistas?
-Dentro de lo moderno ubico las influencias del expresionismo holandés, como el Edificio Centenario (1930) en 25 de Mayo e Ituzaingó, de De los Campos, Puente y Tournier; del expresionismo alemán en el Palacio Lapido (1933) en 18 de Julio y Río Branco, de J. Aubriot y R. Valabrega; el racionalismo, como el Hospital de Clínicas (1930) de Carlos Surraco; y el funcionalismo de Le Corbusier en las mencionadas Casa Souto de Gómez Gavazzo y las casas en la planta de ANCAP de García Blixen
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